viernes, 8 de septiembre de 2017

Una experiencia simbólica

La experiencia simbólica es indudablemente de carácter subjetivo. Cada uno percibe en ella lo que puede, o lo que su capacidad le permite o necesita. A continuación, voy a dar un ejemplo de cómo sucede:

En la famosa escena de la obra de teatro Hamlet de Shakespeare; el protagonista, el príncipe Hamlet, va caminando en medio de la noche por el cementerio junto a su mejor y leal amigo Horacio, cuando notan que hay dos sepultureros trabajando en una fosa para enterrar el cuerpo de alguien noble, pero con una muerte deshonrosa. Entonces se acercan a ellos para hacer unas preguntas con una charla amena. En un momento dado el príncipe toma una calavera que tenía uno de los trabajadores, le pregunta este a quién le había pertenecido la calavera que estaba sosteniendo. El sepulturero le responde que había pertenecido al bufón del rey. Entonces Hamlet empezó a recordar cuando él era un niño y reía junto a ese bufón. 

Esto hizo resurgir recuerdos en Hamlet, pero también se activó la calavera como símbolo, desencadenando en él toda esa serie de cuestionamientos resumidos en la famosa frase “To be, or not to be”, “Ser o no Ser” (recordemos que en inglés el verbo “to be” significa “ser/estar”). En esta escena podemos observar cómo contó la influencia de lo personal, lo temporal y lo cultural. El Ser, mediante el símbolo, lanzó un puente para manifestarse a sí mismo; todos aquellos pensamientos acudieron a Hamlet en catarata de información y sensaciones para poder resumir la vivencia de la manifestación en la célebre frase.

Fuente: "El mundo simbólico de las runas" Melanie Köhle

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